Saltar al contenido
Portada » Blog » ¿QUÉ HACER CUANDO NO TIENES GANAS DE ENTRENAR?

¿QUÉ HACER CUANDO NO TIENES GANAS DE ENTRENAR?

    Respira. Acepta. Reconecta.

    Hay días —y muchas veces más de lo que creemos— en los que la motivación para
    entrenar se esfuma
    . Y eso no solo es normal, sino que es absolutamente humano.
    Cuando te sientes “apagado”, sin energía o sin ganas de ir al gimnasio o entrenar
    como de costumbre, el primer paso es ser compasivo contigo mismo. Acepta que
    ha ocurrido, respira, y date permiso para que este día sea distinto.

    ejercicios sin ganas de entrenar

    Por qué sucede

    Cuando nuestra mente o cuerpo no respondan, muchas veces el problema no es la
    pereza, sino la acumulación de estrés, fatiga física o mental, o simplemente que tu
    cuerpo te está diciendo “necesito otro ritmo”. Desde la ciencia del entrenamiento y la
    recuperación sabemos que el descanso, la recuperación activa y dar prioridad a la
    consistencia sobre la intensidad
    son elementos tan importantes como levantar peso o
    correr kilómetros.
    Por eso, un día en el que “no hay ganas” no es una señal de debilidad, sino una señal
    valiosa para ajustar, pausar o reconectar.

    Estrategia para el “día sin ganas”

    Aquí tienes un enfoque práctico que puedes utilizar cuando la motivación flaquea:

    1. “Si me siento mal / sin ganas… hago al menos 10-15 minutos”. En lugar de
      plantearte una sesión completa estándar (“tengo que entrenar 1 h fuerte”), empieza
      por un objetivo mínimo: hacer movimiento. Caminar, movilidad, bici suave,
      estiramientos activos. Ese pequeño paso es la puerta para algo mayor o simplemente
      para cumplir con el movimiento del día.
    2. Reduce el objetivo, no la intención. La cuestión no es “todo o nada”. Es “algo es
      mejor que nada”. Así que cuando sientas que la energía está baja, baja el listón: 10-15
      minutos de movilidad + quizá 2-3 ejercicios que te gusten mucho (por ejemplo:
      sentadillas, planchas, core).
      Y luego: decide. “Si tras esos minutos me siento bien, avanzo. Si no, lo dejo”. Esa
      fórmula (hacer un poquito y evaluar) transforma la fuerza de voluntad en opción, no en
      obligación.
    3. Haz algo que disfrutes. Cuando falta la motivación, el placer juega un papel clave.
      Escoge esos ejercicios que sabes que te sacan una sonrisa, o hazlo en el contexto
      que más te atraiga (aire libre, música que te guste, compartir con alguien). El
      “gustarse” hace que iniciar sea más fácil.
    4. Prioriza la consistencia frente a la intensidad. La clave no siempre es “entreno
      brutal”, sino “me muevo todos los días posibles”. Cuando la intensidad no está, la
      constancia lo compensa. Y es precisamente en esos días donde la constancia
      construye el hábito que luego te permitirá tener días de intensidad.
    5. Y si realmente es día de descanso… descansa sin culpa. Porque sí: la
      recuperación también forma parte del entrenamiento
      . Un día sin entrenar no te
      define como alguien “flojo”, sino como alguien inteligente que escucha a su cuerpo. Un
      buen descanso = mejor rendimiento mañana.
    falta de motivación en el entrenamiento

    Aplicación práctica: mini-sesión para días bajos

    • Calentamiento ligero: caminata 5 minutos o bici suave.
    • Movilidad articular: 5 minutos (círculos de hombros, sentadillas sin peso, estiramientos dinámicos).
    • Escoge 2-3 ejercicios que te gusten mucho (ejemplo: 10 sentadillas, 30 segundos de plancha, 15 × lado de “bird-dog”). Hazlos 2 rondas.
    • Evalúate: ¿tienes ganas de seguir? Si sí → añade 5-10 minutos más o un pequeño circuito; si no → cierra la sesión.
    • Finaliza con respiración consciente o estiramiento suave para reconectar.

    ¿Por qué este enfoque funciona?

    • Está alineado con la idea de “micro-movimiento” o “snacks de ejercicio”: pequeños bloques de 10-15 minutos ya aportan beneficio.
    • Reduce la barrera de entrada (“solo 10 min” es manejable).
    • Transforma la “fuerza de voluntad” en “opción de movimiento” lo cual reduce el estrés psicológico.
    • Apoya la idea de que no entrenar un día no es un fracaso, sino parte de un proceso sostenible

    Conclusión

    Cuando aparece ese día negro sin ganas de entrenar, no lo veas como un obstáculo
    sino como una oportunidad de escucha. Respira, acepta tu estado, muévete aunque
    sea poco, y decide desde la acción mínima. Prioriza la consistencia sobre la
    intensidad, y recuerda: si hoy toca descanso, descansa sin culpa. Mañana tendrás
    energía de nuevo, y tu cuerpo seguirá avanzando.


    Hazte el favor de moverte con amabilidad hacia ti mismo. Ese pequeño paso hoy
    puede ser el que mantenga el hábito vivo mañana.

    Deja una respuesta